De pequeño Santiago Richardi correteaba por la Carnicería de su abuelo Roberto Magnano, más conocido en la localidad como “Pulpita”, de allí el nombre de la empresa familiar, que lleva más de 60 años en Chañar Ladeado.
“Desde el año 2004 estoy trabajando a la par de mi abuelo, tuvo un par de dificultades de salud, reemplazándolo de a poco me fui soltando y hace un año el negocio pasó a nuestras manos. El trato con los clientes viene desde hace bastante, estoy contento”, explicó el carnicero.
En cuanto al abastecimiento, expuso que los animales son del establecimiento de Roberto, con la misma calidad de siempre, engordados a pasto y maíz, sin concentrados y con un proceso más largo de engorde, lo que le da la “diferenciación en la carne” a la hora de la venta.
Sumado a esto, anunció que le sumó a la venta más cortes de pollo y cerdo, también productos congelados para añadir variedad a los visitantes. Así mismo, continúa con los insumos de almacén con un amplio stock.
“Todos sabemos que estamos en un momento que no es de lo más lindo, se vende porque la gente lo necesita, pero se nota que aflojó un poco comparando desde el inicio de la pandemia el año pasado”, analizó.
Finalmente, expresó que están avanzando con los pasos correspondientes para vender en pueblos vecinos chacinados, ampliando el negocio hacia otros sectores y mirando hacia adelante, algo que le inculcaron desde pequeño.
La tradición cárnica está a flor de piel en esta familia tradicional de Chañar Ladeado y el legado de “Pulpa”, sigue vigente en el potencial que Santiago le imprime jornada tras jornada con la calidez que le brinda a las personas que ingresan al local de la emblemática esquina de la localidad.
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