Las fábricas adoptaron medidas de crisis, como suspensiones y vacaciones anticipadas, pero todavía sostienen los puestos de trabajo, asegura un estudio de la Fundación Mediterránea.
Durante el 2017, las ventas de maquinaria agrícola se derrumbaron por el impacto conjunto de la sequía, que recortó la cosecha, la devaluación, la incertidumbre económica y la reintroducción de las retenciones a las exportaciones de granos.
Un estudio de la Fundación Mediterránea recuerda que las compras de cosechadoras cayeron 65% en el tercer trimestre de 2018,en comparación con el mismo trimestre de 2017 (según datos del Indec). Las ventas de tractores se replegaron a la mitad (54%) y también bajaron las operaciones con implementos agrícolas (menos 35%) y sembradoras (menos 19%).
Al analizar la coyuntura de las principales empresas de maquinaria cordobesas, el estudio estima que hasta el tercer trimestre de 2018 se registró un descenso del 2% en los puestos de trabajo en las plantas, luego de los fuertes incrementos de personal que se registraron durante los dos años previos.
“De estas observaciones se puede concluir que por el momento el sector se encuentra lejos de presentar una fuerte contracción del nivel de empleo”, destacan Marcos Cohen Arazi y Fernando Kühn, del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral) de la Fundación Mediterránea.
Pero el trabajo reconoce que las empresas, en muchos casos, están aplicando medidas típicas de contextos de crisis, como la reducción de la jornada laboral, las suspensiones y las vacaciones anticipadas.
No es la primera vez que el clúster fierrero prioriza conservar los puestos de trabajo en un escenario recesivo. Entre 2011 y 2015, un ciclo en el que las ventas se desplomaron un 50%, los empleos se contrajeron un 13% en las fábricas de cosechadoras, sembradoras y pulverizadoras.
“Esta mayor estabilidad puede explicarse por varios factores, entre ellos el fuerte arraigo local de las firmas del sector y la alta calificación de la plantilla de personal, que desalientan su reducción en el marco de caídas coyunturales en el nivel de actividad”, se explica en el estudio.
La recuperación que comenzó en 2016 -y se cortó con la crisis de 2018- llevó los niveles de empleo a un pico similar al de los años 2007-2010, cuando la industria fierrera estaba en plena expansión.
El trabajo concluye adelantando que es muy probable que en los datos del cuarto trimestre de 2018, que todavía no publicó el Indec, la caída en las ventas continúe siendo significativa, pero también plantea que la cosecha récord de trigo, que se está terminando de trillar, más las buenas expectativas que hay para la producción de soja y maíz puede ser un factor importante para recuperar, en parte, las ventas que se perdieron durante el 2018.
Fuente: Clarín Rural