El agotamiento general y los diferentes problemas económicos que comenzaba a abordar el Gobierno Argentino después del 50´, llevaron al Presidente Perón a cambiar algunas ideas apuntadas a la mejora de la situación, entre lo más relevante; La atracción del capital extranjero.
En 1952 el Gobierno Peronista llevó adelante el 2do Plan Quinquenal con el objetivo de “Poner en Orden” las bases productivas de la economía. La urgencia era ahora avanzar a un estadio de superior de la industrialización.
La principal complicación de este sistema fue el problema que venía acarreando el peronismo. La inversión pública disminuyó entre 1948 y 1955 en un 35% y los argentinos sufrieron las consecuencias en materia energética, ya que no alcanzaba a satisfacerse la creciente demanda debido a la expansión industrial.
En marzo de 1954 se producía la renegociación de salarios, algunos gremios organizaban huelgas para dar más entidad a sus reclamos. El Presidente Perón tenía en claro que para mantener una economía dinámica debía incentivar la producción y la inversión; Había que ingeniárselas para producir más.
La inversión de origen interno, era insuficiente para aumentar sensiblemente la productividad y para reducir el peso de ciertas importaciones en la balanza de pagos. El Gobierno nacional decidió recurrir a la inversión extranjera.
Para superar los problemas en la balanza de pagos, no había otro remedio que invertir en algunos sectores industriales y en el área petrolera, lo mismo que en equipos que incrementaran la productividad agrícola, con lo que se conseguiría un aumento de saldos exportables.
La fabricación local de tractores por parte de empresas extranjeras fue un primer avance. El Poder Ejecutivo aprobó la instalación de cuatro fábricas (Fiat, Deuz, Fahr y Hanomag), con el compromiso de que las mismas producirían 13.200 unidades al año.
El Gobierno Nacional había tomado una actitud hacia el capital extranjero, siendo entre todas la más innovadora la política petrolera. Luego vendrían conflictos y más signos de debilidad y los diferentes sucesos, como el “Bombardeo a Plaza de Mayo” y demás estallidos, llevarían a Perón a renunciar y el país volvería a cambiar de mando.