Para llegar a ser gente conocida y respetada en el rubro de
la comercialización de Hacienda se necesitan años de trabajo, servicio y mucha
dedicación. Todo esto, la familia Copioli lo avala con creces, ya que acaba
de cumplir 55 años al servicio de sus clientes, siguiendo una línea de garantía
intachable.
Somos campo
dialogó con Ricardo Copioli, el ahora propietario
de la firma que lleva su nombre, legado que su padre Nardo le dejó, luego de
haber sido pionero en toda la región, llevando el apellido como rúbrica
destacada a todas las chacras ganaderas de la redonda.
Como modo de introducción a la Charla, Ricardo nos habla de
sus inicios: “Yo después que termine el secundario seguí la carrera de Agronomía
porque era una de las que más se ligaba a lo que me gustaba que es el campo,
pero siempre me atrapó la feria, de chico lo seguía a mi viejo, cuando él
remataba en Rufino y Venado Tuerto. Me iba a la mañana temprano con él tenía 11
o 12 años, me gustaba estar con él, en aquella época los remates eran extensos,
comenzaban al mediodía y terminaban a las 7 de la tarde”.
“Cadi”, como es conocido comúnmente por los allegados, comenta
que siempre le despertó el tema de los remates
feria, no solo por lo que es en sí comercialmente, sino por ligarse y estar
el contacto con gente, que medianamente le consulta y él termina siendo un pequeño
asesor. A si mismo, se diferencia de los tiempos de antes, donde el productor
recurría más al Consignatario, ahora hay otro tipo de información.
En la continuación del relato, Copioli narra cómo fue que se
metió de lleno en la empresa: “Me recibí de ingeniero Agrónomo, hice algo en el
campo pero entré a acompañar a José Luis Fiornovelli que trabaja con mi padre, comencé
a ponerme en contacto con gente, era la época que la firma era grande porque
estaban también mis hermanos junto al mencionado José Luis y Osvaldo Tomi”.
Con respecto a esto, recuerda que Nardo tuvo la idea de
expandir el negocio y puso sucursales: “Tuvimos en Reducción, Arias, Monte Maíz,
Murphy y Los Quirquinchos en simultáneo con la de Cafferata que fue siempre la
principal. Teníamos toda la semana ferias, era un ritmo movido”.
“La primera vez que agarré el martillo fue en un remate
rural, en 1988 donde se liquidaba un establecimiento de Quattrini en Cafferata,
remataba todos sus elementos porque se iba a vivir a otro lado. Ahí mi papá me dio
el primer martillo para la parte de herramientas de menos valor, fue el último
año que jugué al fútbol asi que estuve a la mañana y me fui por la tarde a jugar”, recuerda con emoción.
Al hablar de aquellos tiempos, explicó que eran de mucho
trabajo y movimiento, pero el país estaba
en un momento malo económicamente. Fueron años difíciles para la actividad, no
la ganadería en sí, sino que para la comercialización, ya que fue la época de
la Presidencia de Carlos Menem, donde quebró el Banco BID y todo estuvo
relacionado; con él cayeron frigoríficos, abastecedores y lamentablemente, la
firma se vio perjudicada.
Sobre este momento, Ricardo reflexiona: “Si hubiéramos trabajado
con la tranquilidad que se trabaja hoy, hubiéramos sido una firma más
importante a nivel regional. Tuvimos que asumir muchos quebrantos. Y digo que
no crecimos en cuanto a volumen y hacer mucho dinero, pero si crecimos en cuanto
a la actividad”, al mismo tiempo remarca; “No cobramos mucha Hacienda pero si
se pagó todo, el que venía al escritorio, se llevaba el cheque con el monto que
le correspondía, es la mejor enseñanza
que me dejo mi viejo”.
Con respecto a esto, se toma un tiempo y diferencia aquellos
años con la actualidad al transmitir que el consignatario hoy esta “ninguneado”
porque la comercialización de Hacienda se ha hecho directa, puesto que mucha
gente está en la calle ofreciendo cargar animales y porque la seguridad de
cobro es importante, ha desaparecido mucha gente “mala” y la tarea del
consignatario esta media “vilipendiada”, ya que no se toma en dimensión lo que
era en su momento, donde vender a en consignación representaba una garantía.
Avanzando en los años, llegamos a la parte donde el ganadero
se hizo un nombre propio y toma las riendas de la empresa: “Al faltar mi viejo
hubo que crear una nueva sociedad, en ese momento ya se había achicado el
negocio y estábamos solo con Cafferata; Alberto tomo su rumbo, Raúl no tuvo interés
en seguir por las malas que pasamos anteriormente y también se fue trabajar por su lado. En
2002 comencé solo, teniendo una estructura lo más chica posible”.
Sobre esto, expone que su “pequeña empresa”, como le gusta llamar la
maneja él, recorre, busca animales, cobra y prácticamente se hace con poco
gasto, con dos empleados administrativos que lo acompañan, razón por la que puede
llevar adelante la actividad con los encierros de 200 o 300 animales, cada
quince días ya que si fuera una estructura más grande no se podría mantener”.
Llegando al final, “Cadi” describe lo que su profesión le
hace sentir: “Es una actividad que la hago con mucho gusto, con amor y con
dedicación porque sinceramente me gusta. Los días de remate para mí son
especiales, lo vivo el día antes y la noche después, cuando empiezo a recordar todo lo que paso. La
seguiré manteniendo hasta que pueda”.
Para culminar, rescata uno de los valores más fundamentales
que es la relación con sus clientes y la describe como “cosas lindas de la actividad”, ya que de los
compradores muchos de los que vienen continúan el vínculo de sus padres,
clientes de 50 años prácticamente como
Pasotti y Fiordani, que son dos ejemplos de los tantos que acompañan.
“La relación con el productor me gusta porque tengo un
trato, a pesar de que muchas veces te llevas desilusiones pero son normales
por la actividad y el comercio en sí. Quiero tener una amistad además de la relación
comercial, lo veo como un todo”, resaltó.
No quedan dudas que con esta descripción final se engloba lo
que representa la firma Copioli a lo largo de toda su trayectoria, que además
de ser una empresa de garantía y seriedad, es también un símbolo de admiración,
respeto y camaradería con sus clientes, cuestión clave que bregó don Nardo
desde el primer día y que hoy Ricardo sabe llevar adelante a la perfección.
Anécdotas de Feria….
Un remate en Cafferata muy lluvioso, torrencial; "Era la
mañana a la hora del encierre, venían dos
camiones de La Estancia Santa Lucía, los camioneros eran de Cavanagh, muy
corajudos, se largó a llover y fueron igual, cargaron y faltando un buen tramo
se cayeron a la cuneta y tuvimos que largar los novillos y lo trajimos arreando”.
Remarca con algo de humor.
Otra historia que surge, se centra en la localidad de Reducción, el Remate
Inaugural: “Habíamos llevado gente de Chañar a trabajar y a comprar también. Un
camionero de acá trabajaba para una firma de compra venta de cerdos, pero como
no conocíamos gente, lo contratamos para la ocasión y lo enviamos a Alejandro Roca, Cargó 50 terneros overos, con
la particularidad de que estaban tan apretados que cuando los bajamos se
fueron cayendo de a uno, se murieron como 20. Fue una historia muy fea”.
Una mirada a la
actualidad y al Futuro
Ricardo, como tantos otros actores involucrados a la
actividad agropecuaria ve un auspicio cambio con la implementación de las nuevas
medidas: “No hay dudas de que hoy el negocio tiene un norte por el cambio de políticas
que ha sido totalmente favorable para la actividad, sabemos que en la ganadería
es más lerda, tiene su proceso y llevará tiempo”.
A su vez, cuenta que
ve a la gente con otra perspectiva, y que la misma sabe que teniendo una animal
en el campo no pierde plata, porque “hoy
crear un ternero representa rentabilidad”, algo que durante mucho tiempo no
lo fue.
“Hay estar preparado para afrontar los desafíos que nos
presentaran los mercados, no estamos en condiciones hoy, no tenemos volumen
para cumplir con los requisitos de lleno para exportar a china por ejemplo,
podemos hacerlo parcialmente, pero no se llega a complementar la demanda”. Pese a esto es muy optimista y agrega que de a poco se va a ir creciendo.
“Yo creo que la conciencia de la gente, al ver que el negocio se hace rentable, trabajara con otra dedicación, aplicando otra tecnología
como en la agricultura, que por haber sido tan de vanguardia fue evolucionando, la ganadería no tenía esa importancia porque no era rentable. De a
poco se irá cambiando”, subrayó.
El empresario, con larga experiencia acota que económicamente
no es fácil volver a las vacas porque el que no tiene instalaciones esta fuera
de la órbita y el que tiene que salir a comprar vientres de cero, necesita
mucha plata, por eso pienso que será más lento.
Finalmente, Copioli remarca algo muy clave: “El que tiene hacienda
va a crecer mucho porque yo lo veo en la reposición, antes el productor no lo hacía,
ahora más de uno te dice que las terneras las dejará para que sean madres, Le
veo una buena perspectiva”.