Las Pasturas tienen que ser pastoreadas de manera moderada y
presentar siempre áreas foliares importantes. La cobertura del suelo debe ser
lo más completa posible para evitar la evaporación y el excesivo calentamiento
que perjudicará a las yemas responsables del rebrote.
En un verano muy caluroso, si los animales pastorean en las
horas de mayor carga calórica van a masticar y a rumear menos porque se produce
un gasto de energía que tienen que generar para disipar el calor. Se recomienda
entonces, realizar pastoreos nocturnos.
Otra manera para mejorar el consumo es cortar la pastura, disponerla
en andanas y ofrecerlas con posterioridad en un oreo corto.
En esta época del año, se acelera el proceso de maduración de
las pasturas, lo cual deriva en un incremento del nivel de fibra en relación al
resto de los componentes, como la proteína y los minerales. A su vez, en caso
de no comer las pasturas a tiempo, se produce un doble impacto; el animal come
menos cantidad y por ende, aprovecha menos.
La suplementación en este período, recobra importancia para
corregir las deficiencias generadas por el menor consumo, por el gran aumento
de la transpiración (Donde los vacunos pierden agua y minerales) y por la
disponibilidad del forraje.
La alimentación a utilizar, debe estar compuesta por
concentrados sobre base de cereal y minerales. Además se pueden adicionar
proteínas, las que son necesarias cuando se pastorean forrajes muy maduros o
pasturas con un bajo porcentaje de leguminosas.
Fuente: ABC RURAL/ Recopilación de una nota del Ing. Oscar Ferrari (Asesor en ganadería vacuna)